Para ser honestos hay que diferenciar el alojamiento del entorno. La casa (Tía Judite) forma parte de un conjunto rural con otras tres casas independientes. El acceso, por camino de tierra y piedras desde Negreda puede resultar algo delicado. Al llegar, la primera impresión (en nuestro caso) no fue positiva: Un montón de basura esparcida fuera de los cubos, que se veía que llevaba varios días así. Es un detalle a corregir. Nadie nos recibe y decido entrar a la casa (estaba abierta). Cuando ya he terminado de meter el equipaje aparece Henrique, el dueño, que no sabe que yo llegaba ese día, y que no sabe si la casa es la que me corresponde. Resuelta la duda, pasa a enseñarme las instalaciones. Bueno, esto es un decir porque se limita a señalar dónde está la barbacoa, a decirme que si bajo por un camino encontraré una fuente de agua mineral natural y que junto al bar está la piscina y la sala de juegos. Eso es todo. Minutos después, al comprobar que no teníamos nada de beber (y hacía mucho calor), llamó a su puerta y me acompaña al bar, me cuenta que funciona como un autoservicio, y es entonces cuando me señala la piscina y la sala de juegos. Nos quedamos tomando una cerveza y desaparece. La casa: El equipamiento, espartano. Muy, muy justito. Henrique me dijo al llegar que mirara la casa y que si faltaba algo, que se lo pidiera. Vamos, que no había chequeado la casa a la salida del ultimo viajero y me tocaba a mi hacerlo (¿perdona?). Muebles escasos y alguno desvencijado. La limpieza brillaba por su ausencia. En la cocina, una bayeta y un estropajo con signos claros de estar muy usados. A la basura, claro. De la fregona mejor no hablo, porque pueden leerme estómagos delicados. Algunas bombillas fundidas, pero luz suficiente. Alojamiento de supervivencia, vamos. El entorno, lo mejor. Noches muy estrelladas y alrededores bucólicos. Para comprar comida o ir a un restaurante, las únicas opciones se encuentran en Macedo, Braganza y Vinhais, a unos 30-45 minutos en coche, debido a las carreteras. En Celas, a 10 minutos, hay un restaurante que ofrece menú del día y la cocina es casera. En resumen, creo que un propietario debería estar más pendiente de su negocio, porque la simpatía y bondad del dueño no siempre son suficientes. Un poco más de atención al detalle, que no cuesta nada y es la base de un negocio de este tipo, se agradecería y, seguro, seguro evitaría que una estancia que pudo ser idílica se convierta simplemente en suficiente.